Artículo 27 - La propiedad de las tierras y aguas comprendidas dentro de los límites del territorio
nacional corresponde originariamente a la Nación, la cual ha tenido y tiene el derecho de transmitir el dominio de ellas a
los particulares constituyendo la propiedad privada.
Las expropiaciones sólo podrán hacerse por causa de utilidad pública y mediante indemnización.
La Nación tendrá en todo tiempo el derecho de imponer a la propiedad privada las modalidades que dicte
el interés público, así como el de regular el aprovechamiento de los elementos naturales susceptibles de apropiación, para
hacer una distribución equitativa de la riqueza pública y para cuidar de su conservación. Con este objeto se dictarán las
medidas necesarias para el fraccionamiento de los latifundios; para el desarrollo de la pequeña propiedad; para la creación
de nuevos centros de población agrícola con las tierras y aguas que les sean indispensables; para el fomento de la agricultura
y para evitar la destrucción de los elementos naturales y los daños que la propiedad pueda sufrir en perjuicio de la sociedad.
Los pueblos, rancherías y comunidades que carezcan de tierras y aguas o no las tengan en cantidad suficiente para las necesidades
de su población, tendrán derecho a que se les dote de ellas, tomándolas de las propiedades inmediatas, respetando siempre
la pequeña propiedad. Por tanto, se confirman las dotaciones de terrenos que se hayan hecho hasta ahora de conformidad con
el decreto de 6 de enero de 1915. La adquisición de las propiedades particulares necesarias para conseguir los objetos antes
expresados, se considerará de utilidad pública.
Corresponde a la Nación el dominio directo de todos los minerales o substancias que en vetas, mantos,
masas o yacimientos constituyan depósitos cuya naturaleza sea distinta de los componentes de los terrenos, tales como los
minerales de los que se extraigan metales y metaloides utilizados en la industria; los yacimientos de piedras preciosas, de
sal de gema y las salinas formadas directamente por las aguas marinas; los productos derivados de la descomposición de las
rocas, cuando su explotación necesite trabajos subterráneos; los fosfatos susceptibles de ser utilizados como fertilizantes;
los combustibles minerales sólidos; el petróleo y todos los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos.
Son también propiedad de la Nación las aguas de los mares territoriales, en la extensión y términos que
fija el Derecho Internacional; las de las lagunas y esteros de las playas; las de los lagos interiores de formación natural
que estén ligados directamente a corrientes constantes; las de los ríos principales o arroyos afluentes desde el punto en
que brota la primera agua permanente hasta su desembocadura, ya sea que corran al mar o que crucen dos o más Estados; las de las corrientes intermitentes que atraviesen dos o más Estados en su rama principal; las aguas de los
ríos, arroyos o barrancos, cuando sirvan de límite al territorio nacional o al de los Estados; las aguas que se extraigan
de las minas; y los cauces, lechos o riberas de los lagos y corrientes interiores en la extensión que fije la ley. Cualquiera
otra corriente de agua no incluida en la enumeración anterior, se considerará como parte integrante de la propiedad privada
que atraviese, pero el aprovechamiento de las aguas, cuando su curso pase de una finca a otra, se considerará como de utilidad
pública y quedará sujeto a las disposiciones que dicten los Estados.
En los casos a que se refieren los dos párrafos anteriores, el dominio de la Nación es inalienable e imprescriptible,
y sólo podrán hacerse concesiones por el Gobierno Federal a los particulares o sociedades civiles o comerciales constituidas
conforme a las leyes mexicanas, con la condición de que se establezcan trabajos regulares para la explotación de los elementos
de que se trata y se cumpla con los requisitos que prevengan las leyes.
La capacidad para adquirir el dominio de las tierras y aguas de la Nación, se regirá por las siguientes
prescripciones:
I. - Sólo los mexicanos por nacimiento o por naturalización y las sociedades mexicanas tienen derecho
para adquirir el dominio de las tierras, aguas y sus accesiones, o para obtener concesiones de explotación de minas, aguas
o combustibles minerales en la República Mexicana. El Estado podrá conceder el mismo derecho a los extranjeros, siempre que
convengan ante la Secretaría de Relaciones en considerarse como nacionales respecto de dichos bienes y en no invocar por lo
mismo la protección de sus gobiernos por lo que se refiere a aquéllos; bajo la pena, en caso de faltar al convenio, de perder
en beneficio de la Nación los bienes que hubieren adquirido en virtud del mismo. En una faja de cien kilómetros a lo largo
de las fronteras y de cincuenta en las playas, por ningún motivo podrán los extranjeros adquirir el dominio directo sobre
tierras y aguas.
II. - Las asociaciones religiosas denominadas Iglesias, cualquiera que sea su credo, no podrán en ningún
caso tener capacidad para adquirir, poseer o administrar bienes raíces, ni capitales impuestos sobre ellos; los que tuvieren
actualmente, por sí o por interpósita persona, entrarán al dominio de la Nación, concediéndose acción popular para denunciar
los bienes que se hallaren en tal caso. La prueba de presunciones será bastante para declarar fundada la denuncia. Los templos
destinados al culto público son de propiedad de la Nación, representada por el Gobierno Federal, quien determinará los que
deben continuar destinados a su objeto. Los obispados, casas curales, seminarios, asilos o colegios de asociaciones religiosas,
conventos, o cualquier otro edificio que hubiere sido construido o destinado a la administración, propaganda o enseñanza de
un culto religioso, pasarán desde luego, de pleno derecho, al dominio directo de la Nación, para destinarse exclusivamente
a los servicios públicos de la Federación o de los Estados en sus respectivas jurisdicciones. Los templos que en lo sucesivo
se erigieren para el culto público serán propiedad de la Nación.
III. - Las instituciones de beneficencia, pública o privada, que tengan por objeto el auxilio de los necesitados,
la investigación científica, la difusión de la enseñanza, la ayuda recíproca de los asociados o cualquier otro objeto lícito,
no podrán adquirir más bienes raíces que los indispensables para su objeto, inmediata o directamente destinados a él, pero
podrán adquirir, tener y administrar capitales impuestos sobre bienes raíces, siempre que los plazos de imposición no excedan
de diez años. En ningún caso las instituciones de esta índole podrán estar bajo el patronato, dirección, administración, cargo
o vigilancia de corporaciones o instituciones religiosas, ni de ministros de los cultos o de sus asimilados, aunque éstos
o aquéllos no estuvieren en ejercicio.
IV. - Las sociedades comerciales por acciones, no podrán adquirir, poseer o administrar fincas rústicas.
Las sociedades de esta clase que se constituyeren para explotar cualquier industria fabril, minera, petrolera, o para algún
otro fin que no sea agrícola, podrán adquirir, poseer o administrar terrenos únicamente en la extensión que sea estrictamente
necesaria para los establecimientos o servicios de los objetos indicados, y que el Ejecutivo de la Unión, o los de los Estados,
fijarán en cada caso.
V. - Los bancos debidamente autorizados, conforme a las leyes de instituciones de crédito, podrán tener
capitales impuestos sobre propiedades urbanas y rústicas, de acuerdo con las prescripciones de dichas leyes, pero no podrán
tener en propiedad o en administración más bienes raíces que los enteramente necesarios para su objeto directo.
VI. - Los condueñazgos, rancherías, pueblos, congregaciones, tribus y demás corporaciones de población
que de hecho o por derecho guarden el estado comunal, tendrán capacidad para disfrutar en común las tierras, bosques y aguas
que les pertenezcan o que se les hayan restituido o restituyeren, conforme a la ley de 6 de enero de 1915; entretanto la ley
determina la manera de hacer el repartimiento únicamente de las tierras.
VII. - Fuera de las corporaciones a que se refieren las fracciones III, IV, V y VI, ninguna otra corporación
civil podrá tener en propiedad o administrar por sí bienes raíces o capitales impuestos sobre ellos, con la única excepción
de los edificios destinados inmediata y directamente al objeto de la institución. Los Estados, el Distrito Federal y los Territorios,
lo mismo que los Municipios de toda la República, tendrán plena capacidad para adquirir y poseer todos los bienes raíces necesarios
para los servicios públicos.
Las leyes de la Federación y de los Estados en sus respectivas jurisdicciones, determinarán los casos
en que sea de utilidad pública la ocupación de la propiedad privada, y de acuerdo con dichas leyes la autoridad administrativa
hará la declaración correspondiente. El precio que se fijará como indemnización a la cosa expropiada se basará en la cantidad
que como valor fiscal de ella figure en las oficinas catastrales o recaudadoras, ya sea que este valor haya sido manifestado
por el propietario o simplemente aceptado por él de un modo tácito, por haber pagado sus contribuciones con esta base, aumentándolo
con un diez por ciento. El exceso de valor que haya tenido la propiedad particular por las mejoras que se le hubieren hecho
con posterioridad a la fecha de la asignación del valor fiscal, será lo único que deberá quedar sujeto a juicio pericial y
a resolución judicial. Esto mismo se observará cuando se trate de objetos cuyo valor no esté fijado en las oficinas rentísticas.
Se declaran nulas todas las diligencias, disposiciones, resoluciones y operaciones de deslinde, concesión,
composición, sentencia, transacción, enajenación o remate que hayan privado total o parcialmente de sus tierras, bosques y
aguas a sus condueñazgos, rancherías, pueblos, congregaciones, tribus y demás corporaciones de población que existan todavía,
desde la ley de 25 de junio de 1856; y del mismo modo serán nulas todas las disposiciones, resoluciones y operaciones que
tengan lugar en lo sucesivo y produzcan iguales efectos. En consecuencia, todas las tierras, bosques y aguas de que hayan
sido privadas las corporaciones referidas, serán restituidas a éstas con arreglo al decreto de 6 de enero de 1915, que continuará
en vigor como ley constitucional. En el caso de que, con arreglo a dicho decreto, no procediere, por vía de restitución, la
adjudicación de tierras que hubiere solicitado alguna de las corporaciones mencionadas, se le dejarán aquéllas en calidad
de dotación, sin que en ningún caso dejen de asignársele las que necesitare. Se exceptúan de la nulidad antes referida, únicamente
las tierras que hubieren sido tituladas en los repartimientos hechos a virtud de la citada ley de 25 de junio de 1856 o poseídas
en nombre propio a título de dominio por más de diez años, cuando su superficie no exceda de cincuenta hectáreas. El exceso
sobre esa superficie deberá ser vuelto a la comunidad, indemnizando su valor al propietario. Todas las leyes de restitución
que por virtud de este precepto se decreten, serán de inmediata ejecución por la autoridad administrativa. Sólo los miembros
de la comunidad tendrán derecho a los terrenos de repartimiento y serán inalienables los derechos sobre los mismos terrenos
mientras permanezcan indivisos, así como los de propiedad, cuando se haya hecho el fraccionamiento.
El ejercicio de las acciones que corresponden a la Nación, por virtud de las disposiciones del presente
artículo, se hará efectivo por el procedimiento judicial; pero dentro de este procedimiento y por orden de los Tribunales
correspondientes, que se dictará en el plazo máximo de un mes, las autoridades administrativas procederán desde luego a la
ocupación, administración, remate o venta de las tierras y aguas de que se trate y todas sus accesiones, sin que en ningún
caso pueda revocarse lo hecho por las mismas autoridades antes de que se dicte sentencia ejecutoriada.
Durante el próximo período constitucional, el Congreso de la Unión y las legislaturas de los Estados,
en sus respectivas jurisdicciones, expedirán leyes para llevar a cabo el fraccionamiento de las grandes propiedades, conforme
a las bases siguientes:
a) En cada Estado y Territorio se fijará la extensión máxima
de tierra de que puede ser dueño un solo individuo, o sociedad legalmente constituida;
b) El excedente de la extensión fijada deberá ser fraccionado
por el propietario en el plazo que señalen las leyes locales, y las fracciones serán puestas a la venta en las condiciones
que aprueben los gobiernos de acuerdo con las mismas leyes;
c) Si el propietario se negare a hacer el fraccionamiento,
se llevará éste a cabo por el Gobierno local, mediante la expropiación;
d) El valor de las fracciones será pagado por anualidades
que amorticen capital y réditos en un plazo no menor de veinte años, durante el cual el adquiriente no podrá enajenar aquéllas.
El tipo del interés no excederá del cinco por ciento anual;
e) El propietario estará obligado a recibir bonos de una
deuda especial para garantizar el pago de la propiedad expropiada. Con este objeto el Congreso de la Unión expedirá una ley
facultando a los Estados para crear su deuda agraria;
f) Las leyes locales organizarán el patrimonio de familia,
determinando los bienes que deben constituirlo, sobre la base de que será inalienable y no estará sujeto a embargo, ni a gravamen
ninguno;
Se declaran revisables todos los contratos y concesiones hechos por los Gobiernos anteriores desde el
año de 1876, que hayan traído por consecuencia el acaparamiento de tierras, aguas y riquezas naturales de la Nación por una
sola persona o sociedad, y se faculta al Ejecutivo de la Unión para declararlos nulos, cuando impliquen perjuicios graves
para el interés público.
Artículo 123 - El Congreso de la Unión y las legislaturas
de los Estados deberán expedir leyes sobre el trabajo, fundadas en las necesidades de cada región, sin contravenir las bases
siguientes, las cuales regirán el trabajo de los obreros, jornaleros, empleados, domésticos y artesanos, y de una manera general,
todo contrato de trabajo:
I. - La duración de la jornada máxima será de ocho horas;
II. - La jornada máxima de trabajo nocturno será de siete horas. Quedan prohibidas las labores insalubres
o peligrosas para las mujeres en general y para los jóvenes menores de dieciséis años. Queda también prohibido a unos y otros
el trabajo nocturno industrial, y en los establecimientos comerciales no podrán trabajar después de las diez de la noche;
III. -Los jóvenes mayores de doce años y menores de dieciséis, tendrán como jornada máxima la de seis
horas. El trabajo de los niños menores de doce años no podrá ser objeto de contrato;
IV. - Por cada seis días de trabajo deberá disfrutar el operario de un día de descanso, cuando menos;
V. - Las mujeres durante los tres meses anteriores al parto, no desempeñarán trabajos físicos que exijan
esfuerzo material considerable. En el mes siguiente al parto disfrutarán forzosamente de descanso, debiendo percibir su salario
íntegro y conservar su empleo y los derechos que hubieren adquirido por su contrato. En el período de la lactancia, tendrán
dos descansos extraordinarios por día, de media hora cada uno, para amamantar a sus hijos;
VI. - El salario mínimo que deberá disfrutar el trabajador, será el que se considere suficiente, atendiendo
las condiciones de cada región, para satisfacer las necesidades normales de la vida del obrero, su educación y sus placeres
honestos, considerándolo como jefe de familia. En toda empresa agrícola, comercial, fabril o minera, los trabajadores tendrán
derecho a una participación en las utilidades que será regulada como indica la fracción IX;
VII. - Para trabajo igual debe corresponder salario igual, sin tener en cuenta sexo ni nacionalidad;
VIII. - El salario mínimo quedará exceptuado de embargo, compensación o descuento;
IX. - La fijación del tipo de salario mínimo y de la participación en las utilidades a que se refiere
la fracción VI, se hará por comisiones especiales que se formarán en cada municipio, subordinadas a la Junta Central de Conciliación
que se establecerá en cada Estado;
X. - El salario deberá pagarse precisamente en moneda de curso legal, no siendo permitido hacerlo efectivo
con mercancías, ni con vales, fichas o cualquier otro signo representativo con que se pretenda substituir la moneda;
XI. - Cuando por circunstancia extraordinaria, deban aumentarse las horas de jornada, se abonará como
salario por el tiempo excedente un ciento más de lo fijado para las horas normales. En ningún caso el trabajo extraordinario
podrá exceder de tres horas diarias, ni de tres veces consecutivas. Los hombres menores de dieciséis años y las mujeres de
cualquier edad no serán admitidos en esta clase de trabajos;
XII. - En toda negociación agrícola, industrial, minera o cualesquiera otra clase de trabajo, los patrones
estarán obligados a proporcionar a los trabajadores habitaciones cómodas e higiénicas, por las que podrán cobrar rentas que
no excederán del medio por ciento mensual del valor catastral de las fincas. Igualmente deberán establecer escuelas, enfermerías
y demás servicios necesarios a la comunidad. Si las negociaciones estuvieren situadas dentro de las poblaciones y ocuparen
un número de trabajadores mayor de cien, tendrán la primera de las obligaciones mencionadas;
XIII. - Además, en estos mismos centros de trabajo, cuando su población exceda de doscientos habitantes,
deberá reservarse un espacio de terreno, que no será menor de cinco mil metros cuadrados, para el establecimiento de mercados
públicos, instalación de edificios destinados a los servicios municipales y centros recreativos. Queda prohibido en todo centro
de trabajo el establecimiento de expendios de bebidas embriagantes y de casas de juego de azar;
XIV. - Los empresarios serán responsables de los accidentes del trabajo y de las enfermedades profesionales
de los trabajadores, sufridas con motivo o en ejercicio de la profesión o trabajo que ejecuten; por lo tanto, los patronos
deberán pagar la indemnización correspondiente, según que hayan traído como consecuencia la muerte o simplemente incapacidad
temporal o permanente para trabajar, de acuerdo con lo que las leyes determinen. Esta responsabilidad subsistirá aun en el
caso de que el patrono contrate el trabajo por un intermediario;
XV. - El patrono estará obligado a observar en la instalación de sus establecimientos, los preceptos legales
sobre higiene y salubridad, y a adoptar las medidas adecuadas para prevenir accidentes en el uso de las máquinas, instrumentos
y materiales de trabajo, así como a organizar de tal manera éste, que resulte para la salud y la vida de los trabajadores
la mayor garantía compatible con la naturaleza de la negociación, bajo las penas que al efecto establezcan las leyes;
XVI. - Tanto los obreros como los empresarios tendrán derecho para obligarse en defensa de sus respectivos
intereses, formando sindicatos, asociaciones profesionales, etc.;
XVII. - Las leyes reconocerán como un derecho de los obreros y de los patrones las huelgas y los paros;
XVIII. - Las huelgas serán lícitas cuando tengan por objeto conseguir el equilibrio entre los diversos
factores de la producción, armonizando los derechos del trabajo con los del capital. En los servicios públicos será obligatorio
para los trabajadores dar aviso, con diez días de anticipación, a la Junta de Conciliación y Arbitraje de la fecha señalada
para la suspensión del trabajo. Las huelgas serán consideradas como ilícitas únicamente cuando la mayoría de los huelguistas
ejerciere actos violentos contra las personas o propiedades o, en caso de guerra, cuando aquéllos pertenezcan a los establecimientos
y servicios que dependan del Gobierno. Los obreros de los establecimientos fabriles militares del Gobierno de la república,
no estarán comprendidos en las disposiciones de esta fracción, por ser asimilados al Ejército Nacional;
XIX. - Los paros serán lícitos únicamente cuando el exceso de producción haga necesario suspender el trabajo
para mantener los precios en un límite costeable, previa aprobación de la Junta de Conciliación y Arbitraje;
XX. - Las diferencias o los conflictos entre el capital y el trabajo se sujetarán a la decisión de una
Junta de Conciliación y Arbitraje, formada por igual número de representantes de los obreros y de los patronos y uno del gobierno;
XXI. - Si el patrono se negare a someter sus diferencias al arbitraje o a aceptar el laudo pronunciado
por la Junta, se dará por terminado el contrato de trabajo y quedará obligado a indemnizar al obrero con el importe de tres
meses de salario, además de la responsabilidad que le resulte del conflicto. Si la negativa fuere de los trabajadores, se
dará por terminado el contrato de trabajo;
XXII. - El patrono que despida a un obrero sin causa justificada o por haber ingresado a una asociación
o sindicato, o por haber tomado parte en una huelga ilícita, estará obligado, a elección del trabajador, a cumplir el contrato
o a indemnizarlo con el importe de tres meses de salario. Igualmente tendrá esta obligación cuando el obrero se retire del
servicio por falta de probidad de parte del patrono o por recibir de él malos tratamientos, ya sea en su persona o en la de
su cónyuge, padres, hijos o hermanos. El patrono no podrá eximirse de esta responsabilidad, cuando los malos tratamientos
provengan de dependientes o familiares que obren con el consentimiento o tolerancia de él;
XXIII. - Los créditos en favor de los trabajadores por salarios o sueldos devengados en el último año,
y por indemnizaciones, tendrán preferencia sobre cualesquiera otros en los casos de concurso o de quiebra;
XXIV. - De las deudas contraídas por los trabajadores a favor de sus patronos, de sus asociados, familiares
o dependientes, sólo será responsable el mismo trabajador, y en ningún caso y por ningún motivo se podrá exigir a los miembros
de su familia, ni serán exigibles dichas deudas por la cantidad excedente del sueldo del trabajador en un mes;
XXV. - El servicio para la colocación de los trabajadores será gratuito para éstos, ya se efectúe por
oficinas municipales, bolsas del trabajo o por cualquiera otra institución oficial o particular;
XXVI. - Todo contrato de trabajo celebrado entre un mexicano y un empresario extranjero, deberá ser legalizado
por la autoridad municipal competente y visado por el cónsul de la Nación a donde el trabajador tenga que ir, en el concepto
de que además de las cláusulas ordinarias, se especificará claramente que los gastos de repatriación quedan a cargo del empresario
contratante;
XXVII. - Serán condiciones nulas y no obligarán a los contrayentes, aunque se expresen en el contrato:
a) Las que estipulen una jornada
inhumana, por lo notoriamente excesiva, dada la índole del trabajo;
b) Las que fijen un salario que
no sea remunerador a juicio de las Juntas de Conciliación y Arbitraje;
c) Las que estipulen un plazo mayor
de una semana para la percepción del jornal;
d) Las que señalen un lugar de
recreo, fonda, café, taberna, cantina o tienda para efectuar el pago del salario, cuando no se trate de empleados en esos
establecimientos;
e) Las que entrañen obligación
directa o indirecta de adquirir los artículos de consumo en tiendas o lugares determinados;
f) Las que permitan retener
el salario en concepto de multa;
g) Las que constituyan renuncia
hecha por el obrero de las indemnizaciones a que tenga derecho por accidentes del trabajo y enfermedades profesionales, perjuicios
ocasionados por el incumplimiento del contrato o despedírsele de la obra;
h) Todas las demás estipulaciones
que impliquen renuncia de algún derecho consagrado a favor del obrero en las leyes de protección y auxilio a los trabajadores.
XXVIII. - Las leyes determinarán los bienes que constituyan el patrimonio de la familia, bienes que serán
inalienables, no podrán sujetarse a gravámenes reales ni embargos y serán transmisibles a título de herencia con simplificación
de las formalidades de los juicios sucesorios;
XXIX. - Se consideran de utilidad social: el establecimiento de cajas de seguros populares, de invalidez,
de vida, de cesación involuntaria de trabajo, de accidentes y otras con fines análogos, por lo cual, tanto el Gobierno federal
como el de cada Estado, deberán fomentar la organización de instituciones de esta índole, para infundir e inculcar la previsión
popular;
XXX. - Asimismo, serán consideradas de utilidad social las sociedades cooperativas para la construcción
de casas baratas e higiénicas, destinadas a ser adquiridas en propiedad por los trabajadores en plazos determinados.